La rendija por donde entra lo invisible
A veces, una mínima grieta en la rutina
es suficiente para que lo invisible se manifieste.
No hace falta comprenderlo,
solo sostener la mirada interior un poco más.
Ahí, donde nadie te observa,
donde todo parece igual,
es donde pulsa lo inédito.
Esa vibración es una invitación:
no para cambiarlo todo,
sino para escuchar de otro modo.