Donde termina la carne
No queda piel que cubrir, ni pensamiento que distraiga.
Solo hueso, silencio y fuego suspendido.
El anillo no es castigo ni promesa,
es memoria ardiente de lo que fuiste antes de tener nombre.
Te sientas no por rendición,
sino porque has comprendido que la verticalidad no te hace más humano.
Ahora que ardes sin consumir,
sabes que lo esencial nunca necesitó cuerpo.