La quietud que sostiene al mundo
Nada se mantiene en pie por el movimiento.
El mundo descansa sobre una quietud más antigua que el tiempo,
una quietud que no se ve,
pero que sostiene cada forma,
cada gesto,
cada impulso que nos hace avanzar.
Solo cuando escuchamos esa quietud
comprendemos que no estamos solos:
somos parte del latido inmóvil del universo.