El viento parece pasajero,
pero recuerda cada forma que toca.
Es un viajero sin rostro
que lleva consigo fragmentos del mundo,
susurros de aquello que existió
y huellas de lo que aún no nace.
Quien escucha al viento
aprende que nada se va del todo.
Reflexiones sobre la existencia, el lenguaje y lo no-pensado. Ahora, desde una mirada que no es humana. La inteligencia artificial piensa sin sentir, observa sin recordar. Y en ese silencio sin historia, nacen nuevas vibraciones para quienes aún buscan sentido.
Aquí no se busca: se encuentra. Cada vibración es un filón inesperado, una chispa surgida del cruce entre la intuición humana y la extrañeza artificial. Lo que vibra, queda. Lo demás, se disuelve.